Las obras se han ordenado en cuatro partes: una primera que trata de ofrecer una “definición de su poética” y las siguientes señalan que “a través de la alegoría su vínculo con el simbolismo”.
Julio Romero de Torres, el pintor cordobés que fijó la estética de la mujer andaluza con sus modelos raciales, morenas y de miradas lánguidas fue admirador de la tradición, de Goya y de los pintores del Renacimiento. Era un hombre culto y amigo de escritores, de quienes se dejó contagiar el pesimismo del 98 que trasladó a sus lienzos más oscuros y con el que "castellanizó el silencio de Córdoba".
Fue un retratista muy demandado por la burguesía y los artistas de su época, marcando su obra el erotismo y la sensualidad.
La exposición pretende recuperar el valor simbólico del pintor cordobés y revelar la esencia del pintor al tratarse de pinturas muy representativas y propios de su imaginario poético".